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Redacción
13/05/2021
1994: AUNQUE JUGUEMOS EN SEGUNDA SOMOS DE PRIMERA.
 
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AUNQUE JUGUEMOS EN SEGUNDA SOMOS DE PRIMERA


Ignacio Arizaga. Revista “Bisagra”, número 329, 5-11 de junio de 1994



Los 6000 aficionados toledanos que se desplazaron a Valladolid dictaron una auténtica lección magistral de lo que debe ser una afición y de cómo debe comportarse. El infortunio y la falta de neutralidad de un árbitro tan intrigante como desacertado privaron al Toledo de ascender a Primera División, aunque sus seguidores demostraron pertenecer a la máxima categoría.

“Hay ocasiones en las que la derrota es más digna que la victoria”. Esta frase, atribuida al escritor argentino Jorge Luis Borges, resume a la perfección la odisea que el CD Toledo vivió en la ciudad vallisoletana. El infortunio, y la intrigante actitud de un árbitro perdido en su soberbia, privaron al conjunto dirigido por Gonzalo Hurtado de lograr el merecido ascenso a la Primera División del fútbol español.

El nerviosismo exhibido por la directiva del Real Valladolid en esta promoción añadió tensión innecesaria a un choque que no presentaba, en principio, excesivas complicaciones. Lo primero fue el pedir 4000 entradas en el partido de ida y devolver cuatrocientas después de que se le entregaran ochocientas. Lo segundo vino no enviando entradas infantiles de 500 pesetas para los niños toledanos, con lo que los padres de muchos, de la mayoría, se vieron obligados a abonar 4000 pesetas para que pudieran acceder al Nuevo Estadio José Zorrilla. El tercer detalle estuvo en colocar a toda la afición toledana al sol, al borde de una insolación, cuando desde Toledo se había insistido en retrasar el partido una hora -las 20 horas en vez de las 19- para evitar precisamente esa situación. A los aficionados toledanos no se les permitió adquirir entradas en sombra, ni tampoco, por motivos de seguridad, moverse en todo el partido de su sitio. Y es que los taquilleros del estadio dieron toda una lección de mal estilo: “Sólo las tenemos a 5000, como vosotros en el partido de ida”.

Mediocres

Pero a nadie que haya seguido un poco al Real Valladolid le debe extrañar el nerviosismo y el escaso cerebro de sus dirigentes. En la ciudad la gente pasa olímpicamente del equipo. Hay ejemplos que lo demuestran nítidamente. Con una población próxima al medio millón de habitantes, han sido incapaces durante toda la temporada de llenar un estadio de 32000 espectadores. Ni tan siquiera el Madrid y el Barcelona lo consiguieron. Con el Toledo se llenó porque la Diputación de Valladolid, que fletó quince autobuses, compró entradas a mansalva y las repartió entre los niños. Por todo esto los niños de Valladolid entraron gratis mientras que los del Toledo tuvieron que pagar 4000 pesetas -según los taquilleros se habían agotado las infantiles- y bajo un sol de justicia.

Y es que el Real Valladolid es un equipo mediocre, que no sabe jugar al fútbol cuando tiene que llevar la iniciativa, y que tiene a sus seguidores en el más profundo de los aburrimientos. Existe tal desunión y “galleo” en el vestuario que cuando terminó el partido los jugadores no dieron ni una vuelta al campo en agradecimiento a la afición. Y al homenaje del día siguiente en la plaza asistieron sólo “cientos de personas”. Muy pocos olvidan la imagen que ofreció el equipo pucelano ante el Celta. Aquel partido no sólo hizo daño al Valladolid, sino al fútbol por entero. En cualquier caso una de las grandes alegrías de los toledanos fue comprobar como una ciudad de 63000 habitantes derrotaba a otra de medio millón.

Frivolidad

De todas formas el partido se empezó a perder mucho antes del domingo, en esos otros escenarios donde se encuentran los despachos. El levantamiento de la sanción a Cuaresma, la no retransmisión del partido por televisión y la propia designación de Brito Arceo, el árbitro más polémico de la Primera División, para el partido, dan fe de ello.

Tres horas antes del encuentro, uno de los vicepresidentes del Toledo, Antolín García Medina, recibía el primer aviso del extraño carácter de Brito Arceo. El directivo toledano presenció como el trencilla tinerfeño, al charlar con una recepcionista del hotel, comentaba lo siguiente: “Me alegraré mucho de que el Valladolid se quede en Primera”. Esta frase, cogida aisladamente, no justifica la derrota del Toledo, pero sí proporciona una interesante pista sobre la idiosincrasia de este colegiado, sobre su frivolidad, porque nunca jamás, por mucha libertad de expresión que exista y muy distendido esté el ambiente, se puede permitir que un árbitro realice este comentario. Daña su credibilidad de una manera brutal.

Ni que decir tiene que el directivo toledano se quedó estupefacto. Pero aun así se identificó y recriminó con “vis” diplomática a Brito lo poco conveniente que era ese comentario: “Esto se suele decir siempre en el sitio donde se va”, se justificó el tinerfeño. “Conmigo no hay problemas, pero tengan en cuenta que soy muy enérgico, al que proteste o pierda tiempo le echo a la calle”.

Pero a Brito le traicionó el subconsciente en el partido. Estaba representando tan mal su papel que al final rozó el ridículo. Cuando no pitó los dos penaltis consecutivos que le hicieron al Toledo, los jugadores se fueron hacia él como una exhalación, y por supuesto que le dijeron de todo. Brito, debido probablemente a su mala conciencia, no expulsó a Moreiras hasta que a éste se le agotaron las palabras: “No tienes coj… para echarme”, le espetó hasta que se cansó. Al final el colegiado tinerfeño sí le expulsó, pero si hubiera estado más identificado con su decisión lo habría hecho nada más arreciar las protestas.

Si a esto le añadimos que según un directivo del Toledo, el presidente del Valladolid le dio las gracias a Brito -él sabrá por qué- terminado el partido, queda bastante claro que la imagen de este árbitro ha quedado enormemente dañada. En el momento que el CD Toledo precisó de su neutralidad el trencilla le dio la espalda. Lo más fácil en estos casos es decantarse del lado del poderoso.

Y es que resulta evidente que hoy en día también es necesario saber regatear por los despachos. La infraestructura de Segunda División que Gonzalo Hurtado siempre había invocado, se ha echado especialmente en falta en este partido de la promoción. El Toledo ha estrenado categoría y todavía tiene que coger peso en la Federación. Cuando se negoció la posible retransmisión televisiva de los encuentros Emiliano Carballo pudo apreciar que al Toledo ni siquiera se le escuchaba. Allí hablaban los equipos de Primera División y punto. Hay que empezar a hacer pasillos.

En cualquier caso, la directiva del Toledo quiere olvidarse cuanto antes del Valladolid y empezar ya a pensar en la próxima temporada. Todos los deseos pasan porque se reforme el Salto del Caballo. El club toledano necesita imperiosamente un estadio medianamente decente, y parece que lo va a obtener. La Consejería de Cultura cuenta con 800 millones en su presupuesto que van a ser empleados para ese fin. El objetivo es que el Salto del Caballo alcance los 12000 espectadores. En el proyecto se contempla la construcción de una grada en la zona de enfrente de la nueva tribuna, unirla con el fondo que ahora existe, y construir un nuevo fondo donde ahora se ubican los vestuarios, que según el proyecto cambiarían necesariamente de lugar. La voluntad política de llevar este proyecto adelante cuanto antes parece garantizada.

Por lo demás la afición sigue eufórica e identificada al mil por mil con su equipo, pese a la derrota en Valladolid. El aspecto que presentaba la Plaza del Ayuntamiento el pasado martes habla por sí sólo. Nunca esta ciudad había vibrado tanto con algo, ni siquiera con el Corpus. No se puede obviar que hasta Valladolid se desplazaron más de 6000 personas, o en otras palabras, casi el diez por ciento de la ciudad, algo que no tiene precedentes.

Además del estadio, el próximo reto que debe afrontar el Toledo es la conversión en Sociedad Anónima antes del 31 de diciembre de 1994. El capital a desembolsar puede sobrepasar los 115 millones. A buen seguro que las instituciones tendrán que tender la mano.

¿Y ahora qué?

Los jugadores del CD Toledo están un poco “asustados”. Temen que en la próxima temporada se les exija excesivamente. “Un sexto puesto estaría bien, pero estoy seguro que la gente lo consideraría un fracaso”, aseguraba a este semanario un jugador. “Ahora se trata de no volvernos locos a la hora de fichar”, comentaba un directivo. Gonzalo Hurtado enfoca el asunto desde una perspectiva ultra realista. “El objetivo hay que fijarlo en función del dinero que tengamos y los jugadores que podamos fichar”. Emiliano Carballo apuesta nítidamente por el ascenso.

Al final los números han cuadrado. Sólo en concepto de taquillas se han recaudado 104 millones de pesetas, lo que ha permitido enjugar la deuda del año anterior y quedar totalmente a cero con los jugadores. En cualquier caso, por mucha que sea la voluntad, la directiva no va a “tirarse en plancha” en el capítulo de los fichajes. Lo que ha pasado con Esteban, jugador del Marbella fichado por el Atlético de Madrid, constituye toda una lección. Este lateral cobraba 14 millones en el equipo sureño, cantidad levemente inferior a la que percibirá en el Atlético. El Toledo pretendía contratarle, pero cuando se enteró de su ficha se echó para atrás. Pagar 10 “kilos” a un jugador ya sería mucho.

En el apartado de las bajas va a haber algunas más de las que se piensan. Hay que rejuvenecer al equipo a toda costa. Antes del 31 de diciembre el club tendrá que hacerse Sociedad Anónima.


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