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LA HISTORIA               + artículos -->

Luis Cardeña Gálvez
3/12/2020
TEMPORADA 1949/50: TOLEDO 8 – CIEZA 1.
 
 

TEMPORADA 1949/50: TOLEDO 8 – CIEZA 1


El Toledo, campeón indiscutible del grupo cuarto

Su victoria frente al Cieza fue aplastante (8-1)

Sauer (2), Luengo (4), Sanz y Yonete, marcaron los tantos

Crónica realizada por Antonio de Ancos, publicada en el diario “El Alcázar” el 10 de abril de 1950



Ya podemos cantar con todo orgullo el “alirón”, sin que pueda cohibirnos de nuestro alborozo el temor de futuros acontecimientos e importándonos un bledo el coro de los refunfuñados que todavía no querrán rendirse a la evidencia. El Toledo es campeón del grupo. Y campeón indiscutible, por la sencilla razón de un amplio margen de puntos sobre los demás y un coeficiente de goles que sólo los equipos privilegiados se permiten tener.

Ahora, si quieren, pueden dedicarse a buscar causas ajenas a su clase, a sus méritos, a su entusiasmo, quienes, más por envidia que por otra cosa, todavía no se rinden ate la evidencia. Nosotros tenemos bastante con lo anterior, con los puntos y con los goles, que son, a fin de cuentas, los que determinan la potencia y calidad de un equipo.

Ahora sólo resta prepararse para la Liguilla, ponerse todos de acuerdo, afición, directivos, jugadores, y poner el mismo empeño para hacer en ella el mismo papel que en el anterior torneo. Hay que decidirse de una vez, o quedarse en la estacada con el gesto gallardo, aunque desconsolador, de confesar nuestra pobreza.

Otra goleada más

El partido de ayer tenía cierta importancia e interés. La retransmisión del encuentro de Portugal vino a quitársela, y muchos aficionados optaron por quedarse en casa, escuchándola, a bajar a Palomarejos, donde el equipo de altavoces no les ofrecía mucha garantía de audición.

Sin embargo, en Palomarejos, hubo una emoción ambigua, compuesta y doble, pero emoción al fin, al poder escuchar las incidencias del partido internacional con su meritísimo empate y poder presenciar al propio tiempo una de las mayores goleadas del Toledo en la presente temporada. Una más entre tantas, que habla de la potencia y eficacia de su delantera cuando sale en plan de inspiración y con afán de triunfo.

Ocho goles, tres en la primera parte y cinco en la segunda, como pudieron haber sido dieciséis o veinte, porque nunca con más razón puede decirse que el Toledo hizo lo difícil y perdió lo fácil, hasta el punto que Luengo, el máximo goleador de la jornada, perdió primero un penalti y luego un par de ocasiones mucho más propicias que las cuatro en que marcó sus goles.

Lógicamente puede suponerse que el partido no tuvo otro interés que ver funcionar el marcador y la emoción de los goles, alguno de ellos de impecable factura, y después de haber visto ligar a toda la delantera una serie de pases primorosos, que desbordaban por completo las líneas defensivas del Cieza.

Es cierto también que este equipo ha sido el que ha dado una mayor sensación de pobreza en los que han desfilado por Palomarejos, pero vaya en su descargo la dureza de un viaje de más de trescientos cincuenta kilómetros, empezado a las siete de la mañana, en un simple camión, y acabado media hora antes de empezar el encuentro.

La historia de los ocho goles, o mejor dicho, de los nueve del encuentro, es la siguiente:

Primer tiempo

Tres goles a los dieciocho, veintisiete y treinta y dos minutos, respectivamente, después de haber fallado Luengo un penalti con que el señor Castella había castigado una falta del Cieza dentro del área. Los dos primeros, obra de Sauer, aprovechando un pase de Yonete, el primero, y el segundo, rematando de cabeza un balón que Larrubia lanzó un poco sesgado sobre puerta al sacar una falta contra el Cieza. El tercero, obra de Luengo, aprovechando también un pase de Yonete, tras una buena jugada de toda la línea de ataque. Después se impone un serio dominio del Toledo y los delanteros tiran incansablemente sobre la puerta, pero sin colocación, algunas veces, o flojamente otras, perdiendo un buen número de ocasiones de aumentar la ventaja.

Segundo tiempo

Tras el descanso, diez minutos de dominio con las características del final del primer tiempo, sin acertar en el remate, hasta que Luengo, a los doce minutos, marca el cuarto en una jugada en la que acaba por burlar hasta al propio guardameta. Hay una reacción del Cieza, y su extremo derecha llega a disparar sobre la puerta de Ávila, quien desvía al poste, salvando Zori la situación. Sanz marca el quinto, y al minuto logra Luengo el sexto. Ya han marcado la tripleta central y faltan sólo los extremos. Florencio intenta conseguirlo, se interna y su disparo se estrella en el larguero. Es Yonete, poco después, el que lo consigue, a los treinta y siete minutos. Luengo remacha el resultado y su tarde con un nuevo gol, el octavo, a los cuarenta, y todo el equipo juega ya en plan de exhibición y hasta de lástima ante la puerta de Medina que, lleno de pundonor y sin ninguna culpa por su parte, llora de rabia por la goleada que acaba de encajar.

Tres minutos antes de acabar el encuentro el Cieza consigue el llamado tanto del honor, por mediación de su delantero centro, Monleón, aprovechando un buen servicio del extremo izquierda, Bello, que se había pasado al lado derecho. Y con este resultado finaliza el encuentro que, aparte de otros recuerdos más gratos, guardará el de la goleada del Toledo el día que España eliminó a Portugal de los Campeonatos del Mundo.

Los equipos y el árbitro

Los equipos presentaron las siguientes alineaciones:

CD Toledo: Ávila; Campos, Zori, Sanz; Larrubia, Rubichi; Florencio, Sanz, Sauer, Luengo y Yonete.

CD Cieza: Medina; Llanos, Pineda, Santi; Peña, Rubio; Ortega, Nardo, Monleón, Miguel y Bello.

Arbitró el señor Castella.

Del Toledo no cabe decir más que lo que hemos dicho, jugó un partido de circunstancias, imponiendo su superioridad en un tono tan autoritario que jamás le hemos visto jugar con tanta serenidad y tranquilidad. Ligó bien en todas sus líneas, luciendo el juego de su delantera, que obtenía una de las mayores goleadas de la temporada, pero también es cierto que perdió lo fácil, y que a última hora se dedicó a sestear un poquito. Nos pareció muy bien, porque no había necesidad de exponer en un partido en el que el propio enemigo lo daba todo hecho.

Porque ésta es la verdad, el Cieza no fue nunca enemigo para el Toledo. Línea por línea no aguanta la más ligera crítica de lo que debe ser un equipo de fútbol. Los directivos hablaron antes de las lesiones e innovaciones impuestas, los jugadores del cansancio de un viaje agotador, y en estas circunstancias no cabe juzgarles tan severamente como lo haríamos sin conocer todos estos pormenores. Su mejor hombre fue el guardameta Medina, que encajó ocho goles, “vendido” siempre por la defensa o sin que nada pudiera hacer ante la avalancha de una delantera cuyos cinco hombres saben tirar a puerta. Se le aplaudió a lo largo y al final del encuentro como reconocimiento a sus méritos y a su pundonor. Una prueba más de que la afición toledana sabe reconocer los méritos y virtudes del adversario.

El arbitraje del señor Castella no tuvo más méritos que el haber salido al campo con la visera del árbitro escocés en Portugal. Por lo visto, es lo que suelen usar los árbitros malos, pues si en Portugal hubo fallos, en Palomarejos también los hubo. El señor Castella está un poco verde todavía aún para partidos de Tercera División. No tiene el menor criterio de la ley de la ventaja ni sabe otras muchas cosas que todavía debe aprender. Afortunadamente es joven todavía, y tiene tiempo para aprender.


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