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Luis Cardeña Gálvez
2/11/2020
TEMPORADA 1949/50: ALCALÁ 2 – TOLEDO 1.
 
 

TEMPORADA 1949/50: ALCALÁ 2 – TOLEDO 1


El Toledo no pudo con la codicia del Alcalá

Fallaron los interiores y el equipo no carburó debidamente

Sanz, de penalti, autor del tanto

Crónica realizada por Antonio de Ancos, publicada en el diario “El Alcázar” el 6 de febrero de 1950



Los partidos se ganan y se pierden, porque el jugar lleva como consecuencia esos dos resultados que, a la postre, no es nada más que uno en su doble faceta, como una demostración más de la relatividad de la cosas en esta pajolera vida. No hay por qué empeñarse en ganar siempre ni por qué asustarse cuando se pierda un encuentro. Lo que debe preocupar más es la manera de ganar o perder, porque puede ocurrir que ganando se pierda y perdiendo se gane.

Esto para el apasionado resultará un poco difícil de comprender, pero para los que vean el fútbol con un poco de objetividad no es nada inexplicable. Así resulta que ayer, perdiendo el Toledo, me gustó más que el otro día ganando al Guadalajara. Yo sé que para muchos no será así, pero para el crítico sí, porque a la hora de pesar categoría y talla del enemigo fue mucho más el Alcalá que el Guadalajara, y a la hora de contrastar realidades propias hubo también algunas más que el pasado domingo.

Lo malo fue que la hubo de un modo individual. Respondieron la mayoría de los jugadores, pero sin ligazón de conjunto, sin homogeneidad de equipo, como bajel sin timón dispuesto para llegar a la costa, pero sin nadie que le guíe. Y eso, que resulta tan difícil en la práctica marina, resulta igualmente casi imposible con un partido.

Hubo decisión, coraje, fibra, todo lo que ustedes quieran exigir de nuestros jugadores, pero no hubo equipo, salvo los diez minutos finales del primer tiempo, en el que el Toledo podía haber resuelto de una manera favorable la contienda.

Pero fallaron los interiores. Y al no responder ellos el equipo se vino abajo, si no de moral, sí de juego, con las manifestaciones únicas de algunas arrancadas por ambos extremos o por el centro, donde el terceto Florencio. Sauer-Yonete se debatían inútilmente entre cinco defensas encargados de neutralizarles, con todas las ventajas a su favor, naturalmente.

Ni Sanz ni Luengo, singularmente éste, hicieron nada que demostrara la indiscutible clase que ambos poseen. Al primero le vimos unos instantes, pero muy poco. Al segundo le vimos, pero fue andar toda la tarde sin precisión, sin sitio, sin exponer lo más mínimo y sin que de sus botas saliera un disparo con dirección a la portería.

Y fue una lástima, porque todo el resto del equipo tenía ganas de pelota y afán de victoria, buscándola inútilmente hasta el último momento del encuentro, y poniendo en la contienda esas cualidades que dejan a salvo el pundonor y el nombre del jugador.

Pero los interiores acusan un agotamiento y un cansancio que puede ser la clave de un desenlace o de un descenso tan peligroso como el que ha sufrido el Madrid cuando ya todos le daban como seguro ganador de la Liga. Algo de esto pudiera ocurrirle al Toledo, y por ello damos la voz de alarma, aun cuando algunos quieran confundirnos como derrotistas o tristes agoreros. Es preferible señalar el mal a tiempo que engañar al enfermo y a los familiares y que no se tomen las medidas convenientes.

En los dos factores que influyen en la marcha de un equipo –moral y juego-, el Toledo estaba rebosante en la mayoría de los encuentros. Pero de un tiempo a esta parte ha bajado bastante en cuanto al segundo y, como fatal consecuencia puede perder también el primero. Y esto es lo que hay que evitar y saber ver en todo momento.

La derrota de Alcalá no debe preocuparnos en sí, porque todavía la ventaja sobre los inmediatos seguidores da margen para una reacción vigorosa y triunfal, pero hay que provocar esa reacción en su doble reflejo de moral y de juego, singularmente de esto último, si se quiere que lleguemos al título de campeones de grupo y si no queremos que se nos malogre cuando ya se tiene entre las manos.

Alineaciones, goles y arbitraje

No podemos entretenernos en dar detalles del encuentro porque la gripe, o algo por el estilo, nos ha colocado fuera de banda y sólo nos han quedado fuerzas para dar esa ligera impresión del partido, a la que faltan tan sólo las circunstancias imprescindibles de autores y goles marcados durante el encuentro.

El Toledo jugó, pero sin cohesión. El Alcalá profundizó más y obtuvo dos goles por mediación de Juliancillo, en dos jugadas en las que nuestra defensa no estuvo nada afortunada. En ambos tantos, uno por cada tiempo, Ávila nada pudo hacer, entraron por la escuadra como dos balazos imparables. El Toledo marcó cuando faltaban diez minutos para terminar el encuentro, de penalti, por mediación de Sanz.

Los equipos presentaron las siguientes alineaciones:

Alcalá: Diego; Valle, Ruipérez, Calleja; Félix, Leo; Faustino, Juliancillo, Manolín, Chiviri y Hernández.

CD Toledo: Ávila; Campos, Zori, Sanz; Larrubia, Rubichi; Florencio, Sanz, Sauer, Luengo y Yonete.

Arbitró el señor Escudero. Su mejor virtud, que siguió el juego de cerca, pero se dejó influenciar por el ambiente, no queriendo ver lo que pasaba cerca del área. Perdonó un par de penaltis al Alcalá y luego lo castigó con el que menos sanción merecía.


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