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Redacción
19/09/2019
2004: OLIVER.
 
Foto ilustrativa del artículo
 

OLIVER


Oliver Cuadrado, portero del CD Toledo

Artículo realizado por Francisco J. Rodríguez, publicado en “La Tribuna de Toledo” el 14 de febrero de 2004



El pasado domingo el guardameta Oliver Cuadrado volvió a demostrar que es uno de los pilares básicos de la recuperación del CD Toledo. Sus actuaciones de gran mérito salvaron a su equipo en el partido ante el Fuenlabrada, un encuentro que acabó 2-0, pero cuyo final podría haber sido muy distinto.

Dos intervenciones del meta verde en la primera parte, y otras tantas en la segunda, dejaron los tres puntos en el Municipal Salto del Caballo, y sacaron del descenso a los capitalinos por vez primera en toda la temporada. Un trabajo bien hecho de un hombre que, por su carácter, pasa desapercibido, y que pudo recoger satisfecho un objeto que siempre le acompaña en los momentos clave.

No era un encuentro normal, el Toledo se jugaba mucho ante los madrileños, y ya desde el túnel de vestuarios se pudo ver salir a Oliver con su ‘arma secreta’ bajo el brazo. Entró en el terreno de juego con el pie izquierdo, posó junto a sus compañeros y se volvió hacia la portería con su toalla en la mano, una toalla con la que no conoce la derrota en esta campaña y que, según él mismo reconoce, le da suerte.

Fetiche o no, el verdadero motivo por el que Oliver siempre utiliza esa toalla en los partidos más importantes es por un gran valor sentimental. Un regalo que le hicieron hace tiempo, cuando militaba en el Compostela, y que le ha acompañado desde entonces.

Portero criado en la cantera del Real Madrid, llegó a subir al primer equipo como suplente de Bodo Illgner –acudiendo incluso al Mundialito de Clubs en incluido en la lista de veinticinco jugadores madridistas para jugar la Liga de Campeones 1999/2000-, pero vio que en la ‘Casa Blanca’ tenía pocas opciones de hacerse un hueco y, como muchos canteranos, decidió emigrar para labrarse un futuro.

Su destino fue Santiago de Compostela, una ciudad en la que ha vivido los tres últimos años y en la que ha dejado muchos amigos, con los que se reencontrará mañana en un encuentro ante el que no duda en señalar que llega “con el corazón dividido, pero dispuesto a darlo todo por el Toledo y por la victoria”.

Fue nada más llegar a las filas del conjunto gallego cuando Oliver tuvo que sufrir las durezas del fútbol. Una lesión en la mano, sumada a que no entraba en los planes del técnico –que confiaba en el meta Rafa bajo los palos-, apartó de la titularidad al madrileño, hasta que un socio del club –amigo íntimo del jugador- le regaló una toalla con su nombre bordado a mano.

Desde entonces la fortuna sonrió al guardameta, que volvió a entrar en el once hasta convertirse en un de los baluartes que lograron mantener al Compostela en los puestos más altos de la Segunda División A.

El resto de la historia es conocida. Los problemas económicos del club gallego propiciaron que los jugadores dejaran de cobrar, una penalidad ante la que el vestuario respondió con resultados, encumbrando al equipo entre los llamados ‘grandes’ de la Liga, y siempre con la presencia de la ‘famosa’ toalla tras la portería de Oliver.

Los problemas del equipo unieron a los jugadores, un vestuario en el que el cancerbero verde aún conserva grandes amigos, y en el que sobradamente conocida el ‘arma secreta’ de Oliver.

Además de su toalla, el portero verde guarda en el vestuario una estatuilla de la Virgen del Pilar, una figura más entre la colección de santos con que la mayoría de los futbolistas se suelen acompañar antes de los partidos.

Curiosamente, Oliver no se define como supersticioso, sino que justifica la presencia de su toalla como una cosa más a realizar antes de los grandes partidos, “una costumbre” de no alterar aquellas cosas que se han hecho cuando se produce un buen resultado, y que por el momento sigue funcionando.

Quitando el día de su debut, tras la lesión de Mario ante el Real Madrid B, en la que no lució la toalla al no salir de inicio, y el encuentro ante la Ponferradina, en el que se la olvidó, ambos con derrotas para el Toledo, los números de ese regalo gallego bordado a mano claman por ellos solos, nada más y nada menos que quince puntos en siete partidos, una efectividad que ya en las pasada campaña, en las filas del Compostela, se alargó durante la temporada, y que este año empieza a dar resultados en las filas verdes.

En definitiva, sea como fuere, las estadísticas que acompañan a cada aparición ce la toalla en las manos de Oliver al inicio de un partido, no registran la derrota ¿Coincidencia o suerte? No se puede saber con exactitud pero, como en el caso de las meigas gallegas, nadie cree en ellas pero… haberlas ‘haylas’.


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