TEMPORADA 1991/92: TOLEDO 3 – HERENCIA 0


Herencia ‘sólo’ aguantó noventa minutos

Primoroso juego local, con dos goles finales

Crónica realizada por J. Eloy García Orozco, publicada en el diario “Ya” el 21 de octubre de 1991


Municipal Salto del Caballo. Bastante público y 618.000 pesetas en taquilla. Tarde soleada, pero fría conforme avanzó la tarde. Terreno en mal estado, con mucha tierra, casi sin hierba.

Alineaciones

CD Toledo:

Villalvilla, Gabi, José Luis, Abel, Lolo, Pedro Díaz, Dani, Luisito (Arganda, m.57), Paniagua, Julio César (Pedrete, m.70) y Pardina.

Herencia: Domingo, Manzano, Moraleda, Félix, Bollero, Valentín, Pedro Pablo, Tejado (Alejandro, m.88), Alberca (Polsen, m.80), Alarcón y Juan.

Árbitro

Matey Vicioso, ayudado por López López y Luna Hernández. Muy mal para un partido que no ofreció apenas dificultades. Lo mejor que de él se puede decir es que no influyó en el resultado. Tarjetas para Abel, Lolo, Dani, Pardina, Manzano, Moraleda, Félix y Pedro Pablo.

Goles

1-0, minuto 28: falta que bota José Luis desde la izquierda y cabezazo impecable de Abel en el segundo palo.

2-0, minuto 92: centro de Pardina y cabezazo en plancha de Pedrete.

3-0, minuto 95: falta en la frontal del área, Pardina bota en corto para que Pedro Díaz enganche un tiro duro y seco.

Comentario

La esencia del fútbol se mide por el juego y se refleja por los goles. El 3-0 es ficticio, dado que el modesto Herencia, que peleó cada balón minuto a minuto, pudo encajar una goleada de escándalo en la primera mitad –hasta de nueve claras ocasiones disfrutó el cuadro local- pero resistió con entereza hasta el tiempo de descuento, en el que encajó dos goles, que le dejó un regusto amargo de su trabajo ingente por no irse goleado.

El cuadro local hizo una primorosa primera mitad –la mejor vista en casa- ante un Herencia con unos tan pobres recursos técnicos como tácticos, pero con firmeza para aguantar sin descomponerse ante las acometidas verdes, preferentemente, en contra de lo habitual, por la izquierda, donde José Luis corrió la banda como nunca. El nuevo líder aprendió la lección y realizó un fútbol de alta escuela, por la claridad y clarividencia de ideas, amén ganas, puestas por todos, menos Villalvilla, de espectador hasta el minuto 84, en el único susto que pasó.

No hubo precipitación, ni forzar innecesariamente. Control en el medio campo, triangulaciones, aperturas a las bandas y centros a las alturas de Paniagua y Gabi o Abel en las jugadas estratégicas, como en el gol, que tranquilizó la animosidad local por poner el tanteo en franquicia. La tremenda lucha de Dani, Luisito –el más gris, Lolo y Pardina –se olvidó de su ‘señoritismo’ para bregar como el que más- no tuvieron su culminación en el marcador, y no porque Paniagua o el debutante Julio César –pisa área y no se esconde- pifiaran, sino porque Domingo tuvo la gracia y el don de convertirse en salvador de la goleada.